Atravesar la incomodidad: el camino hacia tu verdadera fortaleza

Con frecuencia, cuando algo nos duele, lo primero que hacemos es intentar evitarlo.
Es completamente natural. Nuestro cerebro está diseñado para protegernos, y cuando detecta dolor —físico o emocional— busca maneras de alejarnos de él y llevarnos a lo conocido, a lo cómodo.
El problema es que, si vivimos solo desde ese lugar de evitación, podemos quedar atrapados en situaciones que no nos hacen bien: trabajos que nos apagan, relaciones en las que no nos sentimos vistos, rutinas que no nos nutren.
La incomodidad como señal, no como enemigo
La incomodidad no es el problema. De hecho, muchas veces es una señal de que estamos creciendo. Cambiar duele. Darse cuenta de algo importante duele. Soltar lo que ya no encaja también duele. Pero ese dolor no es un castigo, sino un puente.
El verdadero reto es cómo respondemos al dolor:
– ¿Lo negamos y lo enterramos debajo de una agenda saturada?
– ¿Nos aferramos a él y nos identificamos con el sufrimiento?
– ¿O somos capaces de sostenerlo un momento, escucharlo y dejarlo pasar?
Sentir para soltar
Reprimir lo que sentimos no lo elimina, solo retrasa la recuperación. Las emociones no expresadas se quedan en el cuerpo, generando tensión, ansiedad, fatiga. El primer paso para liberar ese peso es permitirte sentir.
No se trata de dramatizar ni de recrearse en la tristeza. Se trata de hacer espacio para ti.
Aquí te comparto algunas ideas para practicar:
1. Nombra lo que sientes
Cuando aparece una emoción intensa, ponle nombre. A veces solo decir “siento miedo” o “esto me duele” es suficiente para empezar a desactivar la tensión.
2. Respira y mantente presente
En lugar de reaccionar o escapar, respira profundamente y quédate ahí un momento. Observa tu cuerpo, tu respiración, los pensamientos que aparecen. No los juzgues. Solo observa.
3. Escribe con honestidad
Dedica unos minutos a escribir lo que estás sintiendo. No para publicarlo ni compartirlo, sino para entenderte mejor. ¿Qué hay detrás de esa emoción? ¿Qué temes perder? ¿Qué parte de ti necesita atención?
4. Cuida tu entorno
Rodéate de personas que te escuchen sin juzgar. No necesitas consejos, necesitas espacios seguros para ser tú.
Crecer es incómodo, pero merece la pena
No podemos evitar el dolor, pero sí podemos elegir cómo lo atravesamos. Y cuando lo haces desde la consciencia y la calma, lo que antes parecía insoportable se convierte en una fuente de aprendizaje y fortaleza.
Tu forma de estar contigo mismo en los momentos difíciles determina tu salud emocional y tu capacidad de liderar tu vida. Por eso, aprender a gestionar el estrés desde una mirada consciente es una inversión directa en tu bienestar.
En mi próximo taller online “Convierte el estrés en tu aliado”, que se celebra el jueves 26 de septiembre, trabajaremos estas y otras herramientas para vivir con más equilibrio, calma y claridad.
Cuídate, te lo mereces.